— No os preocupéis solo ha sido una caída
tonta — ¡joder!
pensó Tete otra culada igual y me quedo sin culo. ¿Dónde se ha metido la
maldita perra? —
Lunaaaaaaaaaaa, como tenga que bajar más te voy a rizar ese raboooooooo — El descenso de la montaña estaba siendo más
dificultoso que la subida porque la hojarasca estaba húmeda y resbalaba.
Reconoció la piedra tras la que se había escondido una hora antes, pero seguro
que su memoria le jugaba una mala pasada porque no debía de llevar más de 15
minutos bajando «aunque baje más rápido que suba no es
posible matemáticamente» se decía a si mismo. Sacudió la
cabeza, como para eliminar esos pensamientos absurdos cuando vio el árbol donde
se habían hecho las fotos «¡hostias! me estaré volviendo idiota»
Mientras los tres amigos habían iniciado
el retroceso del camino para ayudar a Tete y de paso maldecir las cuatro patas
de la perra que corría más deprisa que sus propias piernas. Se pararon en seco
al ver volver a Luna con una ardilla en la boca. — ¡serás gorrina!, suelta eso — Luna miró con cara de no entender
porque le ordenaba eso Mabel y dejo su juguete muy despacito, la ardilla al
verse libre de las fauces de Luna, corrió hacia uno de los árboles y de un
saltó se encaramó al tronco subiendo tan aprisa que apenas pudieron ver donde
se escondía. Los tres se echaron a reír y Homy no
pudo por menos que acariciar la cabeza de su perra, — buena chica no le has hecho daño, jajaja solo
querías jugar un rato ¿verdad? Cata llamó — Teteee ya puedes
volver Luna ya está aquí — no obtuvo
respuesta y eso no le gustó nada «no es
posible que estuviera tan lejos como para no oírme» — Teteeeeeeeee — Al no tener respuesta ambas amigas miraron a
Homy con carita de ¡bajas tu a buscarlo y mientras te esperamos aquí sentadas!
Las protestas sordas de Homy no se hicieron esperar pero ya se había
desembarazado de su mochila y se dirigía hacia el camino porque el que habían
subido antes. Se dibujaron unas leves sonrisas en la boca de las chicas, en el
fondo sabían que Homy y Tete eran unos caballeros. — No señorita, por hoy ya has tenido tu ratito
de gloria, túmbate ahí y cuida de las chicas — Por el tono de voz, Luna entendió que no
estaba el horno para bollos, así que se tumbó resignadamente entremedio de las
dos chicas, echándose una pata por encima del hocico en señal de
arrepentimiento, aunque realmente no entendía que había hecho de malo. Mabel
sacó la cantimplora y le puso un poco de agua en el cuenco para que bebiera
Luna y luego le tendió la misma a Cata para que bebiera también, mientras cata
había sacado su cuaderno de notas y se disponía a escribir cuando…
CONTINUARÁ…
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