Imaginemos un bosque con
frondosos árboles; encinas, hayas, una docena de nogales y pinos, muchos pinos.
Algunos arbustos donde crecen todo tipo de bayas, arándanos, frambuesas y moras
entre otras. Hay claros donde las flores silvestres crecen libres, siempre en
desorden y creando un precioso abanico de mil colores como si de un arcoíris se
tratara. La brisa pasea por el olor a madreselva y labanda si te acercas a la
ladera de una joven y pequeña falla. No podía faltar un riachuelo de agua fría
y cristalina que corre a toda prisa para llegar a la laguna que le aguarda con
los brazos abiertos.
Para completar el lienzo dibujemos
a sus habitantes, si levantamos la mirada hacia el follaje de los árboles
podemos encontrar todo tipo de pájaros revoloteando, cerca de la laguna observaremos
a las familias del martín pescador, haciendo sus piruetas para bajar a pescar
en el menor de los intentos posibles, ¡cuidado! dónde pisáis porque bajo
nuestros pies existe un mundo casi invisible al ojo humano. Sí, me refiero a
todos los insectos que aunque nos parezcan feos ellos también forman parte del encanto
del paisaje.
En nuestro paseo por el sendero que bordea el riachuelo de
repente nos encontramos con un enorme tronco que nos impide el paso, ¿Y ahora
que hacemos?
Aprovechar
para hacer un alto en el camino, reponer fuerzas y merendar, ese bocata
que llevas en la mochila.También
puedes optar por bordear el tronco, pensando que así podrás descubrir
otros rincones inéditos, que de no salir del camino trazado por el
capricho de la naturaleza no conocerías jamás. Los
más ágiles y atrevidos pueden saltarlo. Los
habrá que lo apartaran del camino para dejar el paso libre a los que
vengan detrás. Incluso si el solo no puede esperará que venga alguien más
para emprender la labor de moverlo. También
se puede hacer como la ardilla, subirse al tronco y utilizarlo de
observatorio para alcanzar a ver mas allá de lo que este a nuestra altura.
Seguro que hay miles de opciones y todas ellas tan validas como estas... Lo verdaderamente importante es que
un contratiempo como el tronco caído en mitad del camino no puede ni debe impedirnos
disfrutar de las vistas y mucho menos paralizarnos para no poder seguir avanzando en nuestro paseo por el bosque.
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