Una mirada retrospectiva al pasado me ha
llevado a la charla insulsa de mi profesor sobre los Otomanos. El gris de un cielo invernal se cuela a
través de las ventanas y mis ojos hace rato que se han perdido en el
infinito... Una vez más la imaginación se ha liberado de la clase y vuela por
un patio vacío de infantes para adentrarse en el bosque prohibido de los
sueños. Donde todo es perfecto, incluso los monstruos... los mayores enemigos
de la infancia. Y todo porque solo en ese bosque existe la libertad de crear
historias.
Hoy, mujer adulta sigo acudiendo al mismo
bosque cuando siento la necesidad de evadirme y volar en busca de una historia
que contar. Doy gracias a la madurez que me
proporciona la edad por no haber asesinado mi imaginación... Aunque hoy
los monstruos son otros no importa porque en mis sueños siempre puedo
vencerlos.