En algún rincón de nuestra memoria
los adultos guardamos ese espacio mitad sueño mitad fantasía donde de niños nos
refugiábamos, allí donde nuestra propia inocencia nos hacia invisibles para los
demás, siendo protegidos de cualquier contaminación de la vida real. En algún
lugar anda escondido ese espacio mágico donde todo era posible, donde los
deseos se hacían realidad.
¿Por qué?, nadie nos explicó
entonces que ese lugar, cada vez se iría haciendo más pequeño ¡tanto! que solo
seria posible que viviera en nuestro
recuerdo, que en el futuro sería un lugar tan diminuto y efímero que tal vez ya
ni existiría… Ahora como adulta me pregunto por qué lo sigo recordando o lo que
es peor por qué sigo buscándolo… ¡Tal vez! para ponerme a salvo, para huir de
la realidad mundana
Pero ese refugio existió, era donde
corría amagarme cuando un sueño feo me asaltaba, cuando un niño me había
pegado, cuando había roto algo, cuando algo salía mal o simplemente cuando
necesitaba sentirme segura… ese rincón era el pecho de mi madre y las puertas
que me protegían eran sus brazos. «Que pena que cuando nos vamos haciendo
adultos y antes de que ese refugio desaparezca para siempre, no acudamos a el
por miedo a parecer… por vergüenza a que nos llamen niños o tal vez porque en
el propio proceso de madurar nos creamos que ya no lo necesitaremos…»
Fui necia, como lo somos todos los
seres humanos y ahora cuando ya no tengo mi refugio y solo me queda el recuerdo,
lloro su ausencia y me reprocho no haber corrido mas veces a ese pecho a esos
brazos que siempre están ahí para recibirnos tengamos la edad que tengamos.
Aquellos que todavía pueden
disfrutar de su refugio, no perdías el tiempo y correr hoy mismo hacia él y
dejar que os proteja como cuando erais niños y no solo por vosotros si no por “ellas”
que están deseando poder protegeros.
Cuando el recuerdo y la ausencia me oprime el pecho, necesito escribir por ella y para ella; Mi madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario