Un paseo por el alma

Un paseo por el alma

Hace algún tiempo empecé a escribir para canalizar toda esa imaginación y creatividad que a veces me desborda y me quema por dentro. Elegí dejarla volar a través de cuentos, relatos, poemas y en ocasiones simplemente como una reflexión en voz alta. Todo esto, no tendría sentido si no lo puedo compartir contigo que tan generosamente te has detenido a leer a esta aprendiz... de todo.

miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Debo abandonar esta soberbia que hoy me asalta?



Cuantas veces nos hemos dejado  vencer por el dolor físico y hemos dicho «señor si haces que este dolor pare, te prometo que…» la dificultad de cumplir la promesa es proporcional a la intensidad del dolor que sintamos en esos momentos.

Pero hace unos días me paso que ante una situación igual a la descrita cuando el dolor hacía explotar mis ojos y un pinchazo agudo me subía desde la nariz hasta el centro de mi cerebro machacando cualquier pensamiento coherente que pasara por  allí cerca, me dije «señor si haces que este dolor pare, te prometo que…» y me pare en seco sin terminar llegar a terminar la frase mentalmente… porque además no podía hablar y de repente se apoderó de mi un sentimiento de soberbia no experimentado hasta entonces o al menos yo no he sido consciente de haberlo sentido. ¿Por qué debo prometerle nada…? Si yo no merezco estar padeciendo semejante dolor… no soy una santa pero tampoco voy haciendo daño a mi prójimo, procuro estar del lado de los menos afortunados, aunque sin hacer grandes gestas eso es cierto y de pronto pensé en los niños que hay en los hospitales padeciendo fuertes dolores por enfermedades que ellos menos que yo merecen y en los niños que viven las guerras heredadas de sus mayores y en los niños hambrientos del mundo y en todos los niños del mundo que no dibujan una sonrisa en sus caras porque no tienen motivo para ello y... 

Debió de empezar hacer efecto el segundo analgésico que me acaba de suministrar a mi misma, adelantándome en tres horas lo pautado por el medico. Lo primero que pensé al despertar fue «que era lo que había prometido esta vez…» y recordé claramente mi ataque de soberbia y pensé que a lo mejor… No, que seguro  ese sentimiento negativo y pueril se debía a una soberbia superior, a la de un ser que decidió en su día castigar a la humanidad por un pecado cometido y que miles, millones de años después, sigue castigando a sus criaturas mas indefensas; «los niños» con el dolor y sufrimiento que no deberían tal vez conocer hasta alcanzar una edad adulta en la que puedan valorar u opinar quién es mas soberbio o mas mezquino «El hombre con todas sus imperfecciones o la divinidad justa y caritativa que nos venden en cualquiera de las religiones» 

Con esta opinión no pretendo ofender a quienes creen, son libres de seguir haciéndolo… igual que yo lo soy, de seguir dudando…

No hay comentarios: