Lanzo
la pelota contra la pared, rebota y vuelve a mis manos. La acción se repite una
y otra vez, así hasta llegar a cien veces... Luego me canso de ese juego estúpido
y miro al mí alrededor buscando alguien a quien tirar la pelota, pero la cancha
está vacía es tarde y todos se han ido a sus casas a merendar.
Al
día siguiente bajo a la cancha una hora antes para ver si encuentro con quien
jugar y efectivamente la cancha está llena pero los grupos ya están hechos y
para el juego elegido no hay opción para nuevos jugadores… luego vuelve a
llegar la hora de la merienda y me quedo solo en la pista lanzando la pelota
contra la pared una y otra vez hasta llegar a cien…
Al
tercer día bajo tres horas antes ya hay algunos jugadores calentando, busco
pero de momento están esperando a los de siempre, todos me dan la misma
respuesta hay que esperar si uno falla, me darán una oportunidad y dos horas
después no ha fallado nadie… por lo que me quedo un día mas sin jugar.
Esta
historia se repite día tras día, hasta que por fin hoy ha llegado mi oportunidad…
uno de los equipos se les ha pinchado su balón y por consenso nos han aceptado
en el equipo a mi balón y a mí.
! Lo sorprendente! ha sido que no ha hecho falta
que ninguno de los habituales haya tenido que abandonar… todos teníamos cabida
para jugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario